El cambio de la calle es el resultado de una moción presentada por CIUCA (cuando no gobernada en 2011) y que en aquel entonces fue rechazada por el PP (en el gobierno). Sin embargo se retomó y aprobó en el pleno de febrero de este año.
La alcaldesa de Mogán, Onalia Bueno, ha recordado durante el acto, al que han asistido casi medio centenar de personas de la extensa familia de Manuel Álamo, la época difícil y la escasa de recursos económicos en la que desarrolló su actividad junto a la Playa de Las Marañuelas.
Se trata de hacer justicia a una persona “muy reconocida” en Arguineguín, sobre todo entre los mayores de 80 y 90 años que le recuerdan, no solo como carpintero sino porque hacía las cajas de los difuntos cuando fallecía algún vecino, indicó.
La biografía es extensa en la que destacó “la gran humildad que lo atesoró durante toda su vida y que se ha transmitido de generación en generación”. Tras varias guerras y después una vida de trabajo, Manuel Álamo Suárez “nunca tuvo más de lo justo para vivir humildemente”, por lo que, con el propósito de respetar su memoria y su eterno recuerdo, se propuso al pleno el cambio del nombre, agregó.
“De esta forma, daremos tiempo para que nuestros habitantes y visitantes actualicen su documentación e información. Al cabo del tiempo que se considere oportuno por la Administración Local, desaparecerá la inscripción antigua Avenida del Muelle”.
La incitativa del actual grupo de gobierno responde al sentir popular del municipio para reconocer a este destacado vecino fallecido en septiembre de 1987 a los 90 años.
El acto, en que se vivieron escenas de emoción y llantos por el recuerdo, su hijo Juan Álamo, conocido por “Aito”, indicó que “esto nos calló del cielo” después de tantos años de espera, en referencia al homenaje y cambio de calle, en el que se le hizo entrega de una placa y un ramo de flores.
Aito recordó que su padre era conocido por desarrollar sus actividades en su solar junto a su casa de madera cañas y planchas, sin electricidad, ni agua corriente, ubicada donde comienza la avenida que lleva su nombre.
Los barcos costeros de Tenerife que pescaban en África recalaban en Arguineguín, fondeados en la bahía, para que el maestro carpintero de Ribera arreglase los palos y aparejos de las velas rotas.
Además, hacía las cajas de los difuntos vecinos que hubiesen fallecido ese día, explicó, María Mariano, de 87 años, niña en aquel entonces que conocía a Manuel, y vecina “de raza” de este pueblo “donde pueden que queden diez personas puras” como se autoproclamó.
Como su profesión no daba lo suficiente para sustentar a su gran familia, plantó tomateros en las explotaciones agrarias pertenecientes al Conde la de la Vega Grande, para quien además trabajaba de carpintero.
Por su parte, Antonio Álamo, hijo de “Nené”, y hermano de Manuel Álamo, intervino en el acto en nombre de la familia, destacando el “gran interés” de Onalia Bueno y su equipo desde que estaban las filas de la oposición, a petición de Juan Ojeda. Ojeda conocía muy de cerca a la familia Álamo y realizo las últimas gestiones para solicitar el cambio de la nominación de la calle.
Antonio Álamo concluyó con muestras de agradecimiento, y con palabras entrecortadas por la emoción que contagió a los asistentes, miró al cielo y se dirigió a su tio Carmelo para decirle que “se acabó tu gran pena”; y a su abuelo, a quien agradeció la creación la familia que protegió en la tierra y “vas recibiendo en el cielo para seguir cuidándola”.